Chema, Blanca y Laura, subiendo las últimas rampas al collado del Tablato
Picos Piniecho (2.538m) y Tablato (2.701m) desde Panticosa
Sábado 28 de febrero de 2009
Con la compañía de Alex, Donato, Edesio, Alberto, Ángel, Chema, Blanca, Isaías, Zuri, Xavi, Laura y Rafa.
Para empezar, varias preguntas: ¿Somos dueños de nuestro destino?
¿Decidimos todo nosotros solitos o nos lleva el destino por donde quiere sin que tomemos parte en las decisiones?
Quizás ni una cosa ni la otra. Creo que el hombre inteligente es el que sabe adaptarse a los cambios que el “destino” le va presentando, sin obcecarse en un plan inicial prefijado. Así es la vida, llena de imprevistos y sorpresas. Unas más agradables que otras. Y lo sabio es saber ir bailando con la música que viene cada día y encontrar el nuevo ritmo a cada nueva música, sonriendo cada vez que la melodía cambia, si con arte conseguimos cambiar el ritmo y fundirnos de nuevo con ella.
Con la compañía de Alex, Donato, Edesio, Alberto, Ángel, Chema, Blanca, Isaías, Zuri, Xavi, Laura y Rafa.
Para empezar, varias preguntas: ¿Somos dueños de nuestro destino?
¿Decidimos todo nosotros solitos o nos lleva el destino por donde quiere sin que tomemos parte en las decisiones?
Quizás ni una cosa ni la otra. Creo que el hombre inteligente es el que sabe adaptarse a los cambios que el “destino” le va presentando, sin obcecarse en un plan inicial prefijado. Así es la vida, llena de imprevistos y sorpresas. Unas más agradables que otras. Y lo sabio es saber ir bailando con la música que viene cada día y encontrar el nuevo ritmo a cada nueva música, sonriendo cada vez que la melodía cambia, si con arte conseguimos cambiar el ritmo y fundirnos de nuevo con ella.
Y sí, la mentalidad abierta y los planes abiertos proporcionan libertad y felicidad, como canta Blanca en su crónica: “Open up your plans and damn you’re free”. Completamente de acuerdo contigo.
Al hilo de lo que decía viene lo ocurrido este fin de semana en la nieve de nuestros Pirineos. El esquí de montaña es el deporte más bello del mundo, aunque se desenvuelve en un entorno frágil, cambiante y muy sujeto a la meteorología (tiene ese matiz romántico de acertar con las condiciones mágicas cada día…). En ese mundo mágico, nosotros nos movemos sobre la nieve, que es una fase temporal del agua. Un estado cambiante, vivo, divertido pero también peligroso si uno no se adapta a sus cambios. Y además, el blanco junto al blanco no deja ver los relieves cuando el cielo se torna gris y el sol no puede dibujarnos las formas con sus sombras.
En verano, todas las rutas de varios días las llevamos a cabo sea cual sea el color del cielo. Si llueve sacas el gore-tex o el paraguas y sigues andando (y sonriendo). Pero ninguna alta ruta con esquís la realizamos si se cruzan días de mal tiempo y visibilidad mediocre. No ves nada. Te sientes perdido.
Y así ocurrió esta vez. Tras varias semanas preparando una Alta Ruta de dos días por el Pirineo español y francés, llegó por fin el ansiado fin de semana del 28 feb – 1 marzo. Y entonces, nuestro anticiclón, que llevaba instalado dos semanas seguidas sobre nosotros, se marchó. El sábado aún aguantaría limpia la mañana. Pero luego, pintaba cada vez peor. Me di cuenta de estos últimos cambios al mirar los nuevos modelos meteorológicos el viernes por la tarde… El domingo pintaba no sólo gris, sino también con posibles nevadas…. Ufffff.
Ese viernes, viendo la nueva situación a las 6 de la tarde, empecé a preguntarme: ¿Podríamos el domingo volver a España con esquís superando 2 collados en un día blanco de esos que no se ve nada? ¿Sería una imprudencia salir el sábado con sol sabiendo que la vuelta a España el domingo podría estar gravemente comprometida por un terreno nuevo? ¿Sería mi idea tan temeraria como la de George Clooney en la película “La tormenta perfecta”? ¿Nos íbamos a meter en la boca del lobo para luego no poder salir?
Cuántas preguntas. Pero… Echándome un poco para atrás y mirando la situación con perspectiva, me di cuenta de que podía “open up my mind”…
Nada era obligado. Nadie nos obligaba a cruzar la frontera con esquís el sábado. Nada nos impedía hacer una llamada de teléfono al refugio francés para comunicar a Tristan y Elodie nuestra nueva decisión. Siempre podríamos aplazar la Alta Ruta para otro fin de semana. Perfectamente podíamos hacer una bonita actividad el sábado en el Pirineo y luego disfrutar de un tranquilo domingo en nuestra ciudad. Así que marqué el número:“Pas de problem, George. Merci d’avoir appelé. On change alors pour le weekend du 14 Mars. Parfait. Bon weekend, Au Revoir!”
Y así fue como decidimos salir del Balneario de Panticosa, para hacer un Plan B: El Pico Baldarain. Pero el destino nos seguiría cambiando cada plan a su paso y, con ánimo optimista y miradas abiertas, nos seguiría ofreciéndo otros.
Reunión de Merivas en el Balneario de Panticosa.
Y allí que vamos, un grupo de 13 esquiadores (9 caballeros, 2 princesas y una dama), saliendo con esquís desde las escaleras de la antigua Casa Belio del Balneario. Bosque conocido por todos, bien llenito de nieve que facilita el foqueo entre pinos. El grupo sube tranquilo, feliz, todavía en sombra en esa cara oeste del Balneario. Cruzamos el barranco y llegamos al llano bajo el ibón inferior de Brazato, donde siempre nos pilla el sol. Paradita para poner crema y comer algo antes de seguir. Sólo veo sonrisas.
Nos dirigimos al collado que sale a la derecha del Pico Tablato. Unos días antes, bajando de los Infiernos, fotografié ese collado, que se alineaba con el Baldarain. Aunque no se veía el flanqueo entre uno y otro, parecía una travesía diagonal sin mayores dificultades (inocente…). Seguimos en dirección al sol. Las rampas finales al collado se empinan y las cuchillas se agradecen. China chana, zeta a zeta, uno a uno, vamos todos juntitos subiendo al collado.
Desde allí parece que es mejor quitar pieles y trazar rápida diagonal hacia el Baldarain para volver a poner pieles luego. Me las quito y salgo rápido a trazar la diagonal para ver cómo pinta el tema más adelante y anunciar al resto la mejor opción. Llego, oooopsss, un cortado… Vaya, pues no va a ser tan fácil. Mirando a mi izquierda veo que se puede coger un hombro bajo el Tablato y seguir esquiando al fondo del valle antes de volver a poner pieles para subir 500m al Baldarain. Pinta ya que va a ser largo…
En un día soleado creo que habríamos decidido adaptarnos a la orografía y, aunque hubiera que subir y bajar 2 veces, habríamos hecho el recorrido íntegro por ahí al Baldarain (por algo López Sarrión marca el itinerario por el otro lado, desde los picos de Brazatos… Ayyssss).
Pero el día se está tornando gris. Tal y como anunciaba la meteo, las nubes cada vez más espesas llegan desde el sur y ya alcanzan a Tendeñera. En breve todo estará gris… y la vuelta sin relieve puede ser más larga de lo esperado. Así que, de nuevo, toca tomar decisiones. Hay que adaptarse a la nueva situación.
El grupo se reúne conmigo y se van lanzando propuestas alternativas. Donato propone subir al cercano y modesto Piniecho (2.535m). Luego de bajarlo habrá que poner de nuevo pieles para volver al collado del Tablato. Momento ideal para que, los que aún tengan ganas suban hasta la cima del Tablato, que ya supera los 2.700m. Con este plan mixto con gustos para todos los públicos, decidimos tirar todos para el Piniecho, del que rápidamente damos cuenta. Primera cima de los 10 caballeros y las 3 princesas (eran 2 pero Laura fue nombrada tercera princesa, por su valentía, su simpatía y su optimismo desde que empezara la ruta hasta la misma cima. Oye, ni una queja). El día ya está gris pero nuestros rostros están iluminados. En la cima recibo besos de las princesas, alguno con sonido y todo (muak!!). Fotos, risas, frío… toca bajar 200 m para volver a poner pieles.
Camino del collado del Tablato, Alex, Chema, Donato, Edesio y yo decidimos que 250m más no son nada para subir al Tablato, cuyas últimas rampas empinadas estaban bien duras y hasta delicadas si ibas sin cuchillas. Desde su cima podemos por fin contemplar el panorama al Este: Gavarnie-Ordesa, La Munia, etc… Descenso desde el Tablato con cuidado y sin prisas, con nieve muy dura, hacia el collado. Debajo de él nos espera el resto del grupo.
Y al collado que llegamos Alex y yo. Eeeeooohhhh!! Yaa estamos aquíiiiii….
Y un servidor, al borde del precipicio del collado, se dispone a dar una vuelta maría al lado equivocado. Ayss, que para ese lado no. Cambio de lado, se me cruza un esquí y de espaldas que me voy, ladera abajo, cabeza abajo, a toda velocidad. Horror… Qué breves segundos tan angustiosos. Un golpe en la espalda (bien por la mochila), otro en la cabeza y cara (bien por el casco y las gafas de ventisca) y ya estoy bajando boca arriba, con los esquís debajo, bien encarados. Consigo frenarme. Me quedo quieto, sentado, aturdido. No me duele nada. Muevo manos y pies. Qué susto… Qué imbécil. Qué suerte. Qué lección. Qué bien mi casco nuevo… Ufff…
Vuelta con el grupo, iniciamos todos un divertido descenso con visibilidad que alterna entre buena y mediocre. La parte alta muy bien. Luego, llegando al bosque, hacemos esquí “al pino”. Y nadie se come ningún pino. La nieve estaba bien, pero tras 2 semanas de sol, tanta gente había bajado por allí que era un patatal de huellas endurecidas que encarrilaban los esquís y… la verdad, no era fácil.
Paradas de vez en cuando. A Xavi le ponen derecho su piolet que iba colgando. Blanca aprovecha para acercarse a oler la resina de las ramas de los pinos. Y bajamos y bajamos por el bosque encantado, hadas y duendes, hasta pasar al lado de las piscinas termales de Panticosa, donde dos turistas se están dando un baño rodeados de nieve. Qué contrastes, qué día más intenso, qué grupo de gente tan encantadora. La vida es cambio. Open up your mind and you’re free… and happy!
Fins aviat!
Jorge
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