Pico Anayet: Hierba, Nieve y Roca
Martes 1 junio
Julio Benedé, Miguel Ángel Campos y Jorge Gª-Dihinx
Hace ya 10 días de nuestra vuelta de los Alpes y ya vuelve el mono de más nieve. Así que decido volver a visitar mis queridos Pirineos.
A dónde vamos a esquiar? Pues a Formigal. En junio?? Sí, en junio!
Las lenguas de nieve todavía permiten calzarnos esquís tras media hora de porteo desde el coche. Todo un lujo para junio! Vamos rumbo a la ladera norte del Espelunciecha, que nos servirá de “pico lanzadera” (como así lo llama Julio), para meternos en el entorno natural de los Ibones de Anayet. Allí cogeremos agua. Porque ya lo dice Julio: “Hay que hidratarse bien, pero no hay que portear agua”. Mejor ir cogiéndola por el camino, claro.
Desde la majada de Anayet subimos con esquís puestos hasta el collado entre el Vértice y el Pico Anayet y luego alternamos esquís y andar para ir hacia el tramo de la cadena (allí dejaremos esquís). En la subida final a pie hacemos la “transición a la montaña de verano” que ya está aquí y volvemos a andar, piolet en mano (o cruzado atrás en la mochila en tramos de poner manos). En la cima del Pico Anayet (2.545m) disfrutamos cerca de 1 hora. Estamos solos rodeados de una montaña que comparte la nieve, la roca y la hierba a partes iguales. Conversación animada y relajada. Cuánto se aprende de Julio y Miguel Angel, tan sólo escuchándoles. Muchas cosas han hecho en montaña. El día sigue bueno y no parece que levante el viento, así que no tenemos prisa. En estos días de “nieve vieja” tipo nevero, la nieve dura de la mañana ya transforma a las 9 AM, pero luego se mantiene igual a las 11, que a la 1, que a las 3 de la tarde (otra buena lección de Julio) con lo que ni madrugar es tan necesario ni tenemos prisas por bajar. Allí seguimos, compartiendo el agua, la comida y la conversación. Es como estar en una cima en verano, en que el día es largo y la prisa es escasa.
Por fin bajamos. Me demoro sacando una foto de mi nuevo piolet y el casco, solitarios en la cima. Miguel Ángel y Julio me van esperando en los pasos expuestos. Me van guiando y aconsejando. Yo escucho, aprendo. Julio no deja de darme consejos de cómo moverme en el monte. De cómo debe ir el grupo de agrupado o separado según tramos, cómo llevar el piolet, cuándo enfundarlo atrás en la mochila y cuándo volverlo a sacar, cómo poner y quitar esquís en un abrir y cerrar de ojos. Cuánta información… Soy como una esponja que lo quiere absorber todo y que no quiere que este día se termine nunca. Les comento futuros proyectos de montaña, en los Pirineos y en los Alpes. Y escucho atentamente sus consejos, sus valoraciones de cada propuesta que comento.
De estar con Julio en tres salidas he aprendido mucho, muchísimo. Pero lo que más me ha gustado (como igual me dice Blanca de las nieves del día que compartimos con Budri y Julio) son cualidades humanas como: Mirar siempre por el grupo, mirar por el compañero. El respeto, la ayuda, la anticipación, el diálogo abierto, la generosidad, la experiencia aplicada al beneficio del grupo y no al beneficio personal. Es como estar en comunión con la montaña. Todo fluye.
Gracias de nuevo a los dos por este magnífico día de nieve, roca y hierba entre amigos.
Jorge
Julio y Miguel Angel, en el parking de Espelunciecha de FormigalMartes 1 junio
Julio Benedé, Miguel Ángel Campos y Jorge Gª-Dihinx
Hace ya 10 días de nuestra vuelta de los Alpes y ya vuelve el mono de más nieve. Así que decido volver a visitar mis queridos Pirineos.
A dónde vamos a esquiar? Pues a Formigal. En junio?? Sí, en junio!
Las lenguas de nieve todavía permiten calzarnos esquís tras media hora de porteo desde el coche. Todo un lujo para junio! Vamos rumbo a la ladera norte del Espelunciecha, que nos servirá de “pico lanzadera” (como así lo llama Julio), para meternos en el entorno natural de los Ibones de Anayet. Allí cogeremos agua. Porque ya lo dice Julio: “Hay que hidratarse bien, pero no hay que portear agua”. Mejor ir cogiéndola por el camino, claro.
Desde la majada de Anayet subimos con esquís puestos hasta el collado entre el Vértice y el Pico Anayet y luego alternamos esquís y andar para ir hacia el tramo de la cadena (allí dejaremos esquís). En la subida final a pie hacemos la “transición a la montaña de verano” que ya está aquí y volvemos a andar, piolet en mano (o cruzado atrás en la mochila en tramos de poner manos). En la cima del Pico Anayet (2.545m) disfrutamos cerca de 1 hora. Estamos solos rodeados de una montaña que comparte la nieve, la roca y la hierba a partes iguales. Conversación animada y relajada. Cuánto se aprende de Julio y Miguel Angel, tan sólo escuchándoles. Muchas cosas han hecho en montaña. El día sigue bueno y no parece que levante el viento, así que no tenemos prisa. En estos días de “nieve vieja” tipo nevero, la nieve dura de la mañana ya transforma a las 9 AM, pero luego se mantiene igual a las 11, que a la 1, que a las 3 de la tarde (otra buena lección de Julio) con lo que ni madrugar es tan necesario ni tenemos prisas por bajar. Allí seguimos, compartiendo el agua, la comida y la conversación. Es como estar en una cima en verano, en que el día es largo y la prisa es escasa.
Por fin bajamos. Me demoro sacando una foto de mi nuevo piolet y el casco, solitarios en la cima. Miguel Ángel y Julio me van esperando en los pasos expuestos. Me van guiando y aconsejando. Yo escucho, aprendo. Julio no deja de darme consejos de cómo moverme en el monte. De cómo debe ir el grupo de agrupado o separado según tramos, cómo llevar el piolet, cuándo enfundarlo atrás en la mochila y cuándo volverlo a sacar, cómo poner y quitar esquís en un abrir y cerrar de ojos. Cuánta información… Soy como una esponja que lo quiere absorber todo y que no quiere que este día se termine nunca. Les comento futuros proyectos de montaña, en los Pirineos y en los Alpes. Y escucho atentamente sus consejos, sus valoraciones de cada propuesta que comento.
De estar con Julio en tres salidas he aprendido mucho, muchísimo. Pero lo que más me ha gustado (como igual me dice Blanca de las nieves del día que compartimos con Budri y Julio) son cualidades humanas como: Mirar siempre por el grupo, mirar por el compañero. El respeto, la ayuda, la anticipación, el diálogo abierto, la generosidad, la experiencia aplicada al beneficio del grupo y no al beneficio personal. Es como estar en comunión con la montaña. Todo fluye.
Gracias de nuevo a los dos por este magnífico día de nieve, roca y hierba entre amigos.
Jorge
Miguel Ángel, en las laderas norte de Espelunciecha
Julio y Miguel Ángel en la cima de nuestro "pico lanzadera", el Espelunciecha
Miguel Ángel y Julio bajando del Espelunciecha a la Majada de Anayet
Tras coger agua en los ibones y comer algo, seguimos rumbo a nuestro objetivo, el Pico Anayet
Julio abre huella por la tiesa subida al collado entre el Vértice y el Pico Anayet
Julio encaramado a un saliente, silueteado como en las fotos de Gastón Rebufat. Aquí, en vez de "Hielo, nieve y roca" disfrutaremos de "Hierba, nieve y roca".
Desde el Pico Anayet vemos que la rinconada de Canal Roya está ya sin nieve, así que no podremos volver por ahí (bajaremos por el corredor norte de Espelunciecha). Esa Rinconada sin nieve disfrutará de hierba seca dentro de nada, ideal para acampar en nuestra primera noche de la ya cercana Excursión del Hospital Infantil de Zaragoza, dentro de 18 días.
Foto en la cima del Pico Anayet, con el Midi d'Ossau al fondo. Julio, Miguel Ángel y Jorge
Soledad en un entorno tan bello...
Julio empieza su recital de vuelo sin motor. Y aún no hemos llegado de vuelta a la cadena
El paso de la cadena está en perfectas condiciones
El paso de la cadena está en perfectas condiciones
Salida vertical desde el collado entre el Vértice y el Pico Anayet
Miguel Angel air...
Volveremos a coger agua en los ibones de Anayet recordando el dicho: "Hay que hidratarse bien, pero no hay que portear agua". Bebimos cerca de 2 litros, pero nunca porteamos más de medio.
Miguel Ángel y Julio, tras salir del corredor norte de Espelunciecha
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